Tan solo un siglo… ¡Ni uno más! -Erick Benítez Martínez-

Historia del anarquismo en México
Erick Benítez Martínez
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Tan solo un siglo… ¡Ni uno más! -Erick Benítez Martínez-

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A la distancia de 101 años de aquella epopeya revolucionaria de México en 1910 encontramos tristemente que aquellos ideales por los cuales se entregaron tantas vidas siguen en suspenso de realizarse.
Hoy se calumnia a los revolucionarios llamándoles vándalos, salvajes, criminales, ladrones y provocadores del desorden… ¡Así se hacía en 1910 con los revolucionarios que hoy son vergonzosamente recordados en los actos conmemorativos del poder!
Los ideales de revolución que se propagaron hace un siglo y que siguen propagándose un siglo después son de la misma belleza, pero con diferentes características: ya no se lucha por la caída de un régimen, se lucha por la caída del régimen como institución. Ya no se lucha por la libertad de los presos políticos solamente, se lucha por la abolición del sistema penitenciario. Ya no se lucha por el reparto de tierras, se lucha por la abolición de la propiedad privada.
Si amigos míos, las cosas ahora son más profundas, pero las luchas de 1910 son nuestros antecedentes… les recordamos no como una lucha histórica digna de ser tratada en los libros tal como se trata la biología. Las recordamos con el sentido de responsabilidad de llevar adelante el manifiesto del Partido Liberal Mexicano del 23 de septiembre de 1911 donde se propugna el comunismo anarquista.
Recordamos sí a las personas, pero no como ídolos. Decía Ricardo Flores Magón “Yo no soy magonista, soy anarquista. Los anarquistas no tenemos ídolos” y nosotros retomamos sus palabras para recordar que sin ídolos sentimos la obligación de continuar su obra.
Limitarnos a recordar sus actos, a estudiarlos, pero no a continuarlos, sería traicionar no solo la memoria de dichos compañeros, sino más importante todavía, las ideas por las cuales lucharon toda su vida.
No es para nosotros una historia enterrada, es una parte de la historia del anarquismo mexicano que como anarquistas nos vemos obligados a continuar y llevar al triunfo.
Hoy como ayer combatir a la bestia de tres cabezas (Capital, Autoridad y Clero) sigue siendo una necesidad del pueblo si desea ser libre de todos aquellos que en el robo de su trabajo encuentran los medios de una vida de lujos, que los pobres jamás han tenido ni tendrán en tanto exista el gobierno.
Y tú, obrero, campesino, desempleado, estudiante, recuerda tan solo por un momento que las pequeñas (pequeñísimas) libertades de que hoy gozas se fraguaron a costa de la sangre de los revolucionarios que combatieron ardorosamente a la tiranía que tenía sumidos en la esclavitud a tus abuelos.
Tienes, por lo tanto, la obligación moral de continuar la lucha contra los nuevos porfiristas que continúan hoy como ayer la marcha implacable de la esclavitud y la miseria.
Los explotadores continúan la obra de sus antepasados sometiendo por medio de sus sicarios a todo el pueblo; nosotros debemos continuar la obra de nuestros compañeros combatiendo en todos los frentes a los órganos del poder gubernamental sin importar el nombre que adopten.
No hay tiempo que perder, no hay excusa válida… la lucha debe continuar.
¿Permitiremos que se cumpla otro siglo de conmemoración? ¡De ninguna manera!
Si un día el pueblo mexicano cumple un bicentenario de la revolución sin que esta se concrete, ese día debería avergonzarse por dejar que durante un siglo más exista la tiranía, la injusticia y el oprobio con que diariamente se le somete.
Vergonzoso sería ver que han pasado otros 100 años y que continuamos en la misma condición de siempre… eso sí, esclavos de primera calidad (con ciertos lujos), pero esclavos al fin de cuentas.
La lucha no ha perdido sentido de ser: la tiranía y la injusticia no han desaparecido, tan solo han cambiado de forma, pero continúan siendo las mismas.
Ayer era el despotismo descarado; hoy es la democracia. Pero tanto en uno como en otro régimen existe la explotación y la injusticia que debemos combatir.
Ayer se decía que se debía rendir tributo obligatorio a los matarifes del gobierno de Díaz; hoy se nos dice que se pueden cambiar las cosas por medio del sufragio universal. Pero tanto ayer como hoy encontramos las mismas injusticias, los mismos asesinos en el poder y la desigualdad imperante en uno y otro sistema.
Los campesinos se encuentran despojados de sus tierras, entregando su trabajo a feroces ladrones que les explotan. El obrero sigue siendo un objeto servil en manos de su explotador. Sigue habiendo una población presa víctima de las peores tropelías de autoritarios y fachas de baja calaña. Sigue habiendo una pequeña capa de ladrones sometiendo a todos los trabajadores a sus leyes inicuas.
No es posible cerrar los ojos ante semejantes injusticias, y es preciso que las cosas cambien.
Adelante entonces todos aquellos que recuerdan a los compañeros revolucionarios de 1910, a continuar la obra que dejaron pendiente de concretar; no es un capricho la lucha, ni una moda de jóvenes, ni un juego… es algo serio, es una necesidad, es una urgencia… es inevitable.

Salud y revolución social.



Erick Benítez Martínez. Agosto del 2011.


“El campo de batalla del anarquismo, ínterin se espera la revolución social, tendría que ser la pluma, la palabra y el ejemplo […] Revolucionarios, meditad que la hora de nuestra emancipación tanto más tardará en sonar cuanto más tiempo permanezcamos en la ignorancia. Eduquémonos, instruyámonos, que el porvenir es nuestro”

José Llunas
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