Centenario de la AIT. La internacional inmortal -Erick Benítez Martínez-

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Erick Benítez Martínez
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Centenario de la AIT. La internacional inmortal -Erick Benítez Martínez-

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Las aspiraciones sanas de la unidad de todos los trabajadores en el mundo han tenido en tres ocasiones que defenderse de los ataques que se han generado, paradójicamente, no en el bando del capitalismo (lo que no significa que el capitalismo no la haya hecho también), sino de las propias filas de quienes dicen querer el triunfo de las clases trabajadoras sobre el imperio del capitalismo.

Durante el siglo XIX la AIT se fundó mediante la sola condición de ser trabajadores para formar parte de la misma. Esto generó que en su interior se dieran encuentro ramas del socialismo tan distantes una de la otra como el socialismo centralista del marxismo y el socialismo federalista del anarquismo. Tal unidad no podía mantenerse por mucho tiempo, porque el centralismo no tolera la independencia de nada, y por su propia naturaleza aspira siempre a centrar en sus manos las decisiones y la suerte de todo lo que lo toca. El Estado es su columna vertebral, porque el centralismo es el cuerpo al que se arropan todas las formas de Estado.
Esto no significaba, sin embargo, que la convivencia no fuera posible: hasta la antesala de la ruptura en la Conferencia de Londres de 1871 las secciones convivían sin mayor problema, ateniendo las sugerencias de los anarquistas de que cada sección determinara sus propias formas de lucha, sin pretender imponerlas a las demás secciones. No fue sino hasta la Conferencia antes dicha que se dieron los primeros pasos para imponer a todas las secciones un camino único, y fue Karl Marx y su séquito quienes quisieron imponer a todas las secciones la conquista del poder político como aspiración única del proletariado. Para lograrlo, desde luego, debían proceder a los bajos procedimientos contra quienes suponían el mayor obstáculo para lograr sus aspiraciones: los anarquistas. Por eso procedió Marx a calumniar a Proudhon, a Bakunin, a todos los seguidores de los mismos. No hubo por entonces ningún reparo para lanzar la ponzoña a izquierda y derecha, soplando toda clase de calumnias sobre el rumor de que Bakunin era un agente del Zar ruso, que intentaba dominar a la AIT por medio de sociedades secretas, y en el caso de España se mandó a Paul Lafarge con el propósito expreso de destruir la labor de los anarquistas que en el país ibérico no solo habían constituido la sección de la AIT hasta entonces inexistente, sino que también habían formado el movimiento obrero más grande y organizado de esos años y posteriores.
Paul Lafargue, yerno y fiel seguidor de los métodos de Marx, introdujo la desconfianza, la ruptura entre el elemento proletario español, y en su desesperación por no lograr destruir a los anarquistas llegó al grado de denunciarlos a la policía española.
Para 1871 Lafargue había logrado separar a algunas personas del anarquismo, y aunque pocos, no dudaron en emprender los ataques a los anarquistas. Ese mismo año se reúne en Londres la Conferencia antes dicha, que sería la antesala de la ruptura, el cónclave donde se hicieron los preparativos para el Congreso del siguiente año. El único punto rescatable de la Conferencia fue el informe de la Federación Regional Española representada por Anselmo Lorenzo, que nos ha dejado en sus memorias la forma tan baja en que se preparaban los golpes a Bakunin (ausente). Quizá la presencia de Lorenzo se debía a que se intentaba ganar para la causa de la intriga marxista a la sección de la AIT con mayor presencia y labor de entonces, cosa que por fortuna no lograron.
En 1872 se realiza el Congreso de La Haya, para la cual la preparación fue también una manipulación aberrante de Marx y compañía: el sitio del Congreso no permitía la asistencia de Bakunin debido a la persecución policial, se crearon muchas secciones fantasma con elementos del blanquismo para dar la razón en todo a Marx (semanas después de terminar el Congreso los blanquistas reclamarían a Marx no cumplir lo que les había prometido para presentarse como secciones fantasmas) y se procedió a realizar el orden del día, no en base a los informes de las secciones, la discusión de la extensión de la AIT y más cosas que serían lógicas en un Congreso de esta naturaleza; se hizo un orden del día destinado a la expulsión de los anarquistas. Como buenos burgueses Marx y Engels no estaban interesados en el mejoramiento del mundo del trabajo, sino en eliminar a sus oponentes para erigirse en jefes de la AIT.
El Congreso cumplió su cometido y se expulsó a los anarquistas de la AIT… al menos en el Congreso. Se decidió también el traslado del Consejo General a Estados Unidos, buscando poner las cuerdas en las manos de la AIT para amarrarla a una destrucción segura.
Los anarquistas se reunirían días después en Saint-Imier y desconocieron los acuerdos del Congreso de La Haya, a lo que se sumarían en los siguientes días prácticamente todas las secciones de la AIT, destacando entre ellas la sección de Inglaterra. Inglaterra había sido la residencia de Marx durante muchos años en los que siempre quiso ponerse a la cabeza del movimiento obrero inglés (antes del Congreso de La Haya Inglaterra estaba por ingresar en la AIT) sin lograr prácticamente nada. Al cerrar el Congreso de La Haya Marx da un discurso donde, como era su costumbre, llama al movimiento obrero inglés “entregado a la reacción” por el hecho de que ese poderoso movimiento de casi un millón de afiliados había negado toda simpatía por Marx y sus procedimientos de calumnia y mentira. Este hecho es fundamental por ser el país donde Marx había vivido tantos años y demuestra que en vida Marx nunca fue una persona importante. La visibilidad de Marx se dio después de su muerte gracias a los millones del burgués Engels, que se encargó de darle a Marx una fama que en vida nunca tuvo ni siquiera en el país donde residía.
El Congreso de Saint-Imier destapó la cloaca con la que había procedido Marx y compañía e hizo que la AIT siguiera su camino con prácticamente todas las secciones, mientras el Consejo General que Marx y compañía habían mandado a Estados Unidos desparecía al poco tiempo con la alegría expresa de Engels.
A la muerte de Bakunin sobre su tumba se hizo una promesa solemne por parte de algunos asistentes al cementerio, para que desde entonces trabajaran en conjunto todas las ramas del socialismo. La cosa duró muy poco, porque a las pocas semanas el Volkstat, órgano del marxismo alemán, continuó sus calumnias sobre Bakunin reviviendo el rumor de haber sido un agente del Zar. Los anarquistas por su parte no dejaron pasar la ocasión para romper todo lazo con los marxistas intrigantes, y la separación dura hasta el día de hoy y esperemos por mucho más tiempo, porque no puede haber reconciliación ni simpatía alguna para quienes aspiran a tomar el poder político.

La AIT seguiría su camino por varios años aún después de Saint-Imier, pero en la última década del siglo va desapareciendo poco a poco, a excepción de España, donde la sección de la AIT mantenía un gran vigor organizativo a pesar de las persecuciones políticas.
El estallido de la revolución rusa en 1917 puso el punto de mira en los bolcheviques, y desde Ricardo Flores Magón en México hasta algunas secciones de la CNT española se hicieron manifiestas las simpatías hacia la revolución rusa, a excepción de algunas personalidades a nivel mundial (Malatesta, Kropotkin, Fabbri, Quintanilla, etc.) que mantuvieron siempre su desconfianza hacia los bolcheviques. Los años posteriores clarificarían el proceder de los bolcheviques y entonces todos los anarquistas, hasta los que habían manifestado simpatías iniciales, se posicionaron a nivel mundial contra los bolcheviques. El paso era lógico y se amplificó en los años posteriores: la dictadura enaltecida por los bolcheviques creo las condiciones para un Hitler que llegaba al poder político con la vestidura de la crítica al capitalismo alemán, prometiendo una especie de evolución que mezclaba el socialismo con la dictadura, un socialismo, desde luego, bastante sui géneris. Esa crítica al capitalismo no impidió, sin embargo, que desde inicios de la revolución rusa hubiera varias industrias alemanas funcionando en Rusia, lo que generó el campo para difuminar la línea divisoria entre el marxismo ruso y el fascismo alemán, ambos sujetados firmemente al concepto de la dictadura. En Alemania los marxistas no rechazaban el concepto de dictadura del fascismo, porque en Rusia había también una dictadura, pero en manos de ellos. Esto hizo que el peligro del fascismo hitleriano fuera minimizado, y con ello que se fortaleciera.
Con la creación de la Internacional Sindical Roja inaugurada en 1921 prácticamente sobre la sangre de la represión de Kronstadt, el bolchevismo pretendía, como en tiempos de Marx, imponer una sola norma de conducta al movimiento obrero internacional, lo que despeja las dudas sobre la treta de decir que el bolchevismo “no era marxista” con que algunos marxistas intentan limpiar la imagen de Marx a expensas de los bolcheviques. Los Congresos de la ISR se realizaban en medio de la manipulación del orden del día, de quitar la palabra a quienes tenían una voz crítica e independiente o de abuchear al orador hasta dejarlo sin ganas de hablar más, así como de elegir al presidente de mesa y de actas, que desde luego manipulaban todo para dar la razón a los bolcheviques. El paralelismo de estos procedimientos con los realizados por Marx es evidente. No se trata de dos concepciones del socialismo distintas. Marx marcó el camino que debían seguir los marxistas en todo el mundo, y en el caso de Rusia, el que debían seguir tanto los bolcheviques de Lenin como los stalinistas que vendrían después a continuar bañando a Rusia en sangre.
Esta Internacional pretendía afiliar al movimiento obrero internacional, pero no con independencia de secciones sino, como en tiempos de Marx en el Consejo General de Londres, estando siempre bajo la tutela estricta de los dirigentes marxistas rusos.
Es por este motivo que a instancias del anarquista alemán Rudolf Rocker se comienzan en 1922 los preparativos para un Congreso internacional que debía poner los cimientos para revivir a la AIT para evitar que el movimiento obrero mundial se pusiera bajo la bota del bolchevismo, que a esas alturas ya había mostrado al mundo su sed de sangre. En el congreso se encuentran representaciones de muchos países donde los sindicatos de inspiración anarcosindicalista tenían las mismas aspiraciones de unirse en una Internacional. A finales de diciembre de 1922, un centenario que se cumple este año, queda constituida la Asociación Internacional de los Trabajadores.
La AIT de 1864, donde se unían las más diversas tendencias socialistas, distaba ideológicamente de la creada en 1922 fundamentalmente en el hecho de que esta AIT de 1922 ya tiene finalidades anarcosindicalistas. Las secciones afiliadas a la AIT en los años posteriores darían buenas pruebas de organización y de lucha. Prueba de ello son los sucesos de 1923 en México, donde la CGT (representando 30,000 afiliados en el Congreso de fundación de la AIT y cerca de los 90,000 en 1923) se disputa las fábricas contra el sindicalismo reformista de la CROM y contra el ejército mexicano en las calles; la poderosa CNT española y su más de millón y medio de afiliados haciendo frente al fascismo y creando poderosas colectividades en Aragón en 1936.
La pérdida de la revolución en 1939 fue un duro golpe para el movimiento obrero mundial y para el anarcosindicalismo en particular. Siendo la CNT la sección más fuerte del momento la represión que se arrojó sobre ella desarticuló gran parte del sindicato, pese a la férrea resistencia de los anarcosindicalistas, y la AIT se vio también afectada por este golpe. Las secciones se mantienen, pero contemporizadas.
Con la muerte del dictador Franco en 1875 la CNT comienza su reorganización pública por todo el país. Es la única fuerza sindical que no se suma a la patraña de Los pactos de la Moncloa y para frenarla se le dirigen dos golpes: el infame atentado de SCALA en la que se pretende inculpar a la CNT y la creación de la CGT, sindicato expresamente creado por el reformista José Bondía con el expreso fin de meter al anarcosindicalismo en vías de las subvenciones y las elecciones sindicales, llegando al descaro de convocar (antesala de la creación de la CGT) un congreso a nombre de la CNT con el resguardo de la policía. Se trataba de evitar por todos los medios que la poderosa CNT levante cabeza, y tanto el caso SCALA como la CGT son las armas del Estado para detener a la sección de la AIT en España.

Trasladados a tiempos más actuales, el X Congreso de la CNT marca en España el descaro del reformismo para comenzar a unirse a sindicatos como la CGT. Los años posteriores serán desastrosos para los anarcosindicalistas: los reformistas se apoderan de las riendas de la CNT y llegan a realizar compra de votos para manipular los acuerdos, pagar cuotas de afiliados fantasma para aparentar más afiliación de la que tienen y se procede descaradamente al ataque, persecución y expulsión de anarcosindicalistas y de sindicatos enteros que se atreven a denunciar los manejos turbios de quienes se han erigido en dirigentes. La decisión sin consultar a las bases para dejar de cotizar a la AIT llevó a la expulsión de la CNT de la Internacional, cosa abiertamente buscada por quienes en lo oscuro fraguaban la creación de un esperpento internacional de la mano de sindicatos del Estado en distintos países y de otros que no dudan en darse la mano con trotskistas, marxistas e izquierdistas de toda la calaña posible (véase el claro caso de Brasil).
La “desaparición” de miles y miles de euros que nunca se aclaran, el Secretario general prometiendo una investigación que nunca llegó a realizarse en el contexto del Centenario de la CNT, el asalto descarado como policías a los locales de los anarcosindicalistas que se negaron a desaparecer como ordenaban los capitostes del reformismo, la denuncia ante la Audiencia Nacional (institución heredada del franquismo) a los anarcosindicalistas que se reorganizaron como CNT-AIT pidiendo cantidades astronómicas como “compensación”, así como los comentarios expresos de los abogados de la CNT-CIT de querer “destruir a la AIT en España” son el corolario de semejantes manejos.
En el 2018 se reunieron la cúpula del reformismo sindical en Palermo Italia para fundar el bodrio al que dieron el nombre de Confederación Internacional del Trabajo, no dudando ni un segundo en afiliar a personajes de la izquierda en Brasil como sección de esa Internacional que tiene el descaro de querer reivindicar al anarcosindicalismo, mientras demandan a los anarcosindicalistas y asaltan sus locales, a la par que saquean las arcas del patrimonio histórico de la CNT para regalarse bares y seguir “desapareciendo” miles y miles de euros con los más variados pretextos.
Se trata de la usurpación de las siglas de la CNT para consumir el patrimonio sindical y llevar al sindicato hacia la ruta de un sindicalismo neutral, vaciado de todo contenido, pero que de apariencia se diga anarcosindicalista… en la CGT tienen su ejemplo a seguir, y hacia allá se dirigen de la mano.
Aquellas personas que sienten de verdad las ideas anarquistas y anarcosindicalistas no pueden seguirse dando más pretextos para no tomar una posición clara ante los ataques a los anarcosindicalistas en España. No se trata de un asunto de siglas, sino de un ataque del reformismo contra el anarcosindicalismo, y ante ello nuestra posición debe estar a lado de los hermanos anarcosindicalistas de la CNT-AIT contra el reformismo de la CIT, como en su momento se estuvo de lado de los anarquistas en la AIT del siglo XIX y de los anarcosindicalistas en el periodo de la transición española.

Este diciembre de 2022 la AIT ha realizado su XXVIII Congreso en Alcoy España, con la asistencia de abundantes delegaciones internacionales y la aceptación de Irlanda como sección de la AIT y el engrandecimiento de la sección de la AIT en Chile con el ingreso del SOV de Santiago a Solidaridad Obrera, que demuestran muy claramente el fracaso del reformismo por destruir a la AIT.
En 1872 en Saint-Imier, como en la transición española y lo que llevamos del siglo XXI, los anarcosindicalistas no se doblegan ante los políticos reformistas que se comen las uñas por hacerse otra CGT, y continúan su organización creciendo continuamente.
La AIT de Saint-Imier no desapareció por los ataques del reformismo marxista y la AIT de Berlín en 1922 no va a desaparecer por mucho que se conspire en su contra. Ni todas las demandas políticas, ni las persecuciones, ni los asaltos a sus locales, van a lograr doblar a la AIT. Es una internacional que no morirá, porque su existencia no responde a obtener una insignia de siglas, sino a la organización del trabajo contra el capital; responde a una necesidad de las clases trabajadoras para hacer frente a sus explotadores, y por ello todos los esfuerzos por destruirla serán siempre estériles, vengan del capitalismo o del esperpento de la CIT.
Es la eterna lucha del anarquismo contra las serpientes del estatismo que se oculta, primero en el marxismo para atacar a los anarquistas de la AIT en 1864, luego en el reformismo para destruir a la CNT española en la transición y luego encarnado en aquellos (CIT) que se dan la mano con sindicatos del Estado y que buscan destruir a la CNT-AIT en España y a la AIT en todo el mundo. Olvidan que los anarquistas están hechos de acero, y que no se doblegan ante nadie. La verdad, la justicia, la solidaridad, está de lado de la AIT, y desde hace un siglo se demuestra de qué pasta están hechos los anarcosindicalistas.

Desde estas simples líneas mando un afectuoso saludo a la militancia de la AIT. La historia les respalda, sus actos y sinceridad les validan, y sus compañeros y compañeras en todo el mundo les apoyamos y respaldamos.

¡Viva la AIT, la internacional inmortal!

Erick Benítez Martínez. Diciembre de 2022.


“El campo de batalla del anarquismo, ínterin se espera la revolución social, tendría que ser la pluma, la palabra y el ejemplo […] Revolucionarios, meditad que la hora de nuestra emancipación tanto más tardará en sonar cuanto más tiempo permanezcamos en la ignorancia. Eduquémonos, instruyámonos, que el porvenir es nuestro”

José Llunas
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