Utopia, idealidades y otros estorbos para la anarquía -Erick Benítez Martínez-

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Erick Benítez Martínez
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Utopia, idealidades y otros estorbos para la anarquía -Erick Benítez Martínez-

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Ya antes en otro artículo he abordado el tema (1) pero puesto que algunos compañeros me lo han solicitado, ampliaré el concepto, esperando se me comprenda mejor.
La palabra utopía viene del latín, y puede explicarte etimológicamente como lo ha hecho magníficamente Proudhon en “Sistema de las contradicciones económicas o filosofía de la miseria Vol. 1” es decir “U-Topos”= No lugar.
Nosotros, retomando el curso materialista como han hecho desde Proudhon hasta Malatesta, por hablar de los clásicos, no podemos sino alejarnos todo lo posible de las utopías, las fantasías y todo lo que equivalga a ver al anarquismo (Conjunto de ideas basadas en hechos concretos tanto históricos como actuales, económicos como sociales) como un ideal, como una cosa imposible de realizar.
Nuestros enemigos, comprendiendo lo perjudicial de tales calificaciones, no dudan ni un instante en llamarnos de esa manera, cuando se dignan a aceptar que no somos criminales al estilo lombrosiano (Aunque ese sea su primer reflejo) y nos ven como tiernos ilusos que sueñan con un imposible.
Las ideas anarquistas basadas en una crítica histórica y actual de la situación de la sociedad, es decir, de hechos concretos y reales, al ser llamadas “ideales” “utopías” “sueños” no hacen sino relegarlas al campo de la metafísica social.
Ese campo, el de las cosas lejanas e irralizables, es precisamente uno de los puntales principales de las ideas basadas en el Estado, el ejemplo de ello lo tenemos perfectamente ilustrado cuando leemos y escuchamos a los letrados que se dignan a escribir sobre anarquismo.
Sus textos pueden ser buenos o malos (comúnmente malos), pero no es la calidad lo que nos importa, sino su contenido. Escribir sobre la historia del anarquismo desde su comodidad burguesa no es precisamente un acto acorde con las ideas sobre las que escriben. Se trata para ellos de escribir de unas ideas muertas, de movimientos extintos, de cosas que piensan y desean que jamás vuelvan a suceder.
Se trata de escribir de un cadáver, de rebuscar en ese cadáver y ver si aún puede aportar algún beneficio para ellos, como puede ser una apariencia “progre” o la edición y regalías de cierto libro. Ejemplos de ello los tenemos por montones en la actualidad, de algunos ya he hablado en la introducción de “Apuntes sobre el comunismo anarquista y otros textos”, y aquí mencionaremos algunos del caso mexicano:

- Paco Ignacio Taibo, ese mismo que escribe sobre movimientos guerrilleros, incluido Práxedis Guerrero, Magón, etc., y que sin embargo jamás ha movido un solo dedo por organizar un movimiento como aquellos de los que escribe. Un ratón de biblioteca lucrando con la historia de las revoluciones en libros editados por grandes casas editoriales a los que muy dudosamente puede acceder un obrero por sus altos precios.
- Armando Bartra, que se digna igualmente en llamarse magonista y que pertenece a su vez a la Convención Democrática, esa burla de “Una izquierda diferente”, ese mismo tipo que en las jornadas del 2010 en el Multiforo Alicia dijo “Yo soy magonista, claro, pero magonista de la primera etapa” Tenemos aquí una de las perlas actuales con que se escudan algunos intelectuales en la actualidad ¿Qué quien decir con ser “magonistas de la primera etapa”? Se refieren, claro está, esa primera etapa donde Ricardo y compañía aún apostaban a cambiar las cosas por medio de las instituciones. Ese juego de palabras deja bien claro ver con quien se trata.
- Elena Poniatowska, esa tipa que ha escrito de diferentes movimientos (del 68 sobre todo) y que en octubre del 2013 se dignó a decir señalando con su arrugado dedo “Los encapuchados no son anarquistas, son vándalos” refiriéndose a los sucesos anarquistas de ese mes, donde hubo diversos enfrentamientos de grupos anarquistas con la policía del DF. Esa misma momia priísta que se indigna de Televisa, y no se indignó al posar junto a Carlos Salinas hace unos años, con quien se llama de tú a tú.

Sobra decir que en ese mismo octubre del 2013 al que nos hemos referido salieron a montones los defensores del anarquismo fabricados al vapor de los hechos, diciendo que “Anarquistas son los Durruti, los Kropotkin, los Malatesta, los Magon. Los del 2 de octubre no son anarquistas, son vándalos”
Desde entonces me despertó el interés escribir algo al respecto. Pero luchar contra la opinión de todos los medios de comunicación, de izquierda y derecha que se unían en santa cruzada contra el anarquismo con nuestros pobres medios resulta inútil, y asqueado de esas opiniones dejé el propósito; ahora lo escribo involuntariamente en el contexto de aclarar un concepto del anarquismo.
Escribir sobre Durruti y decir que era un anarquista modelo, cuando Durruti atracaba bancos, ejecutó a distinguidos opresores y era un errante por la tierra que era muy perseguido por el gobierno deja bien claro cuáles son sus intenciones. Escribir sobre Malatesta, perseguido hasta el cansancio en Europa y América, partícipe de varios movimientos insurreccionales donde con las armas en la mano luchaba contra la opresión, y que ahora vengan a defenderlo como modelo de anarquista contra quienes ya no con armas, sino con molotovs en la mano luchan, no puede sino demostrar los nauseabundos olores de los medios de comunicación que existen. Decir que Magón era un modelo de anarquista cuando a él lo tacharon de delincuente, vándalo y lo persiguieron todos los gobiernos mexicanos, desde Madero hasta Huerta, no puede sino reflejar igualmente cual es la calidad de los medios.
Y uno a uno de los nombrados podemos ir describiendo sus actos y ver que quienes los medios dicen que son modelo de anarquistas eran gente que fue a parar a prisión varias veces, que con las armas en la mano ejecutaron criminales del poder, que eran calumniados por la prensa de entonces y perseguidos por los gobiernos en turno, y podemos, por esos mismos hechos, ver cuán hipócritas son los medios cuando los ponen como modelo y criminalizan al mismo tiempo las protestas de la juventud actual que no pasan de disturbios con la policía, de molotovs a esos cuerpos de represión y algunos golpes ¡Imaginemos si resurgieran los Durruti, ejecutando al Cardenal de México, o los Malatesta tomando con las armas en la mano las provincias de Toluca, por ejemplo, quemando los archivos de la policía y declarando anulado al gobierno! (2)
¿Por qué entonces los medios aceptan a los anarquistas pasados y criminalizan a los actuales?
No porque nuestras ideas sean diferentes; si lo son es solamente porque se han actualizado, pero en el fondo los mismos objetivos tenemos, los mismos medios usamos. Pero para los medios el anarquismo pasado es bueno porque son gente muerta de quien se trata. Los anarquistas actuales representan precisamente el peligro del resurgir de esas ideas que consideraban enterradas.
Entre más ideológico sea todo mejor. Nada de organizarse por la anarquía, nada de luchar en las calles. Que todo sea teórico, un estudio de muertos, que todo sea estudiar unas ideas como si se tratase de un ratón de laboratorio al que viviseccionan, pero que nunca revivirá. Que todo el anarquismo sea la historia, una historia que esperan nunca se repita, que nunca resurgan los Durruti en la actualidad, que todo sea así, una cosa pasada. Que el anarquismo se limite a realizar entrevistas a intelectuales del campo de la burguesía que no representan a los anarquistas (básicamente porque los anarquistas no tienen voceros “oficiales”) ni están en organizaciones anarquistas; entrevistas, decía, a intelectuales burgueses que nos presenten un anarquismo romántico, de ese que se limita a ser buena persona en la vida diaria y nada más. Esto no es malo, ciertamente, porque no podemos aspirar a una sociedad anarquista en el mundo si no es predicando con el ejemplo. La revolución comienza en uno, es verdad. Pero cuando todo lo reducen a ello, a una simple receta de “se buena gente y vete a tu casa siendo un buen cuidadano” (3) no podemos sino protestar enérgicamente contra semejantes humanistas que están dispuestos a permitir todas las tiranías sin hacer nada más que “ser buenas personas”, contra esos que nos dicen “libertad y no violencia” y tolerarían todas las tiranías antes de emplear la violencia revolucionaria.
Ese mundo nuevo del que hablamos los anarquistas no vendrá por nuestra conducta ejemplar solamente. Porque si de un momento a otro todos fuésemos buenas personas dotados de los más nobles sentimientos, no por ello los gobiernos cesarían de explotar y oprimir.
Olvidan los predicadores de este actuar cuasicristiano que los gobiernos no se mantienen por medio de la maldad o de los sentimientos, sino por medio de la violencia, de las armas y la represión.
Tenemos por ejemplo el caso de las cooperativas ¿Son en realidad ellas un objetivo que tengamos que tener como finalidad? Puede tratarse de ejemplares hechos donde la gente vive en comunidad y apoyo mutuo. ¿De qué sirve, preguntamos? ¡Afuera sigue habiendo Estado, violencia y crímenes gubernamentales que erizan la piel?
Nuestro objetivo, replicamos nosotros contra los predicadores del anarquismo en la vida diaria y no más allá y los simpatizantes de las cooperativas, no consiste en convencer a las personas que se puede vivir bajo el capitalismo. Todo lo contrario. Consiste en hacer ver que pese a que pudiera haber ciertas mejoras la vida bajo el Estado es, aquí, allá o más allá, un infierno para los pobres.
Seamos pues excelentes personas, un ejemplo de anarquistas. Pero no nos conformemos con ello. Organicemos, creemos, unámonos a las organizaciones anarquistas. Prediquemos en el pueblo no solo el ejemplo, sino la resistencia. Porque todas las plegarias de los que ven al anarquismo como solo una forma de vida diaria no logrará derribar las tiranías.
Estas no caen nunca si no es por medio de la voluntad de las personas, por medio del empuje revolucionario organizado que no piensa convencer a los tiranos, sino derribarlos por la fuerza.
Tenemos un gigante armado hasta los dientes delante del pueblo, protegiendo al Estado y los capitalistas ¡En qué cabeza cabe que sean derribados sin organización y sin hechos revolucionarios!
Los intelectuales que nos hablan de esa guisa, sino mienten inconscientemente (o sea, por ignorancia), lo hacen con toda la mala voluntad del mundo, buscando despojar al anarquismo de su sentido voluntarista y revolucionario para convertirlo en un catecismo como el cristiano, que predica ser buenas personas mientras el mundo se cae a pedazos.
Por ello es que estos escritorzuelos y estos periodistas de quinta reconocen a los anarquistas pasados y criminalizan, en abrazo fraternal con el gobierno, a los anarquistas actuales.
Para ellos los anarquistas actuales son delincuentes y vándalos comunes que “Sin motivo alguno” (como dijeron en ciertos medios) agreden a la policía, se enfrentan a las instituciones del gobierno y generan el “Caos”, ese caos que no es sino desobedecer a los mandamases que mantienen al pueblo en estas tristes condiciones de miseria en que vivimos. Los anarquistas no son para ellos sino, cediendo un poco, jóvenes desorientados, “Ninis” enojados por las condiciones en que viven, con los cuales el gobierno debe tener condescendencia y ofrecerles oportunidades de trabajo (es decir, explotarlos).
Un vidrio roto será motivo de un escándalo terrible. Las condiciones de pobreza en que vive el pueblo jamás serán mencionadas. No serán sino motivo para que el aspirante a presidente en turno vaya a esos barrios pobres a tomarse la foto ¡Propaganda gratis!
Pero nosotros que no tememos a ver el fondo de las cosas decimos las cosas bien claras ¡No se puede comparar un cristal roto ni todos los disturbios del mundo con la inmisericorde miseria en que vivimos! Todos los cristales rotos del mundo no llegan ni de lejos en gravedad a que nuestros niños indígenas apenas tengan para mal alimentarse. ¡Ninguno de los disturbios, aún los más graves, se comparan en gravedad con centenares, millares de personas muriendo de hambre en Somalia, viviendo en una violenta miseria en la sierra de Guerrero en México o siendo brutalmente explotados en los llamados países del “tercer mundo”!
Nosotros, desde abajo, desde la miseria, respondemos a estos intelectuales que pretenden despojar al anarquismo (4) de su sentido de lucha, que más que una idea bonita para soñadores, es una idea revolucionaria. Por ello exponemos las ideas anarquistas por todos los medios que tenemos disponibles.
Y cuando mucho, cuando uno expone las ideas anarquistas, suceden dos cosas, distintas, pero similares también.
Si son ignorantes de las ideas, educados en la obediencia y en asimilar las desigualdades como algo “natural” nos verán como simples soñadores, ilusos “utopistas” que piensan cambiar un mundo que no puede ser cambiado. Gente con buenas intenciones, pero sumamente ilusos.
Si son gente enterada de lo que es el anarquismo y saben cómo están las cosas, no dudan en poner pretextos como “El gobierno tiene todas las armas, y nosotros no tenemos más que nuestras manos” argumento que les hace igualmente vernos como ilusos, tontos que se quieren enfrentar a un gobierno armados con piedras y sus manos desnudas.
Nosotros hemos de romper con esos prejuicios, pues si bien los pueblos estamos desarmados, es verdad también que somos una mayoría enorme, capaz de pasar por encima de todos los ejércitos si nos lo proponemos. Estudiando la naturaleza humana y de otras especies comprendemos que una vida sin autoridad y sin opresión no solamente es posible, sino que es una de las pocas salidas a la situación actual en la que se encuentra el pueblo.
El peor error que podemos cometer es seguirle el juego a los medios y los ignaros del anarquismo, que cuando nos ven como criminales, locos, nos ven como ilusos, SOÑADORES, UTOPISTAS, IDEALISTAS, todas esas palabras que nos describen como gente que no tiene los pies en el suelo y que sueña con cosas imposibles.
Debemos alejarnos, por los mismos motivos, de ver nuestras ideas como una ciencia, un fatalismo inevitable como hacen nuestros marxistas. Debemos alejarnos de esos dos polos (la ciencia dogmática –si es que tal cosa es posible- y los romaticismos), pues en uno nos alejamos de la realidad por medio de los idealismos de un mundo nuevo surgido solamente en nuestros pensamientos, y en el otro pensaríamos que ese mundo llegará inevitablemente, por lo que la pasividad podría fácilmente hacernos presa.
Nuestras ideas no pertenecen a las utopías ¡Digámoslo de una vez por todas! No se trata de un sueño imposible de realizarse: las miles, millones de vida pérdidas alrededor del mundo por la incapacidad y rapiña de los gobiernos no son cosas ilusorias. Años enteros de crítica al gobierno por estos hechos (y no 30 ni 50 años, sino al menos más de siglo y medio) demuestran que nuestra crítica no es una idealidad, son datos duros y crudos.
La explotación de que es víctima el trabajador para mantener los privilegios del capitalista no es tampoco un sueño. Cualquiera que haya sentido la explotación y haya visto al patrón y su familia aumentar su nivel de vida nos lo puede decir. Esta explotación la hemos denunciado siempre. Es igualmente un dato duro, crudo, no una utopía.
Ejemplos como los anteriores los podemos citar a decenas donde nuestras ideas han sido certeramente críticas en hechos y circunstancias reales, vivas y crudas.
Nuestras ideas en cuanto a la crítica, pues, están basadas en la realidad, en el aquí y en el ahora. Veamos ahora la otra cara de la moneda: nuestras propuestas.
¿Alguien duda acaso, cuando tres cuartas partes de la población mundial padece hambre, de que tengamos razón en declarar al capitalismo y los gobiernos ineptos (por no decir criminales) para gestionar el mundo?
Me parece, y no creo que pueda ser fácilmente puesto en duda esto, que la ineptitud del capitalismo y el Estado en todas sus facetas está demostrado como catastrófico, y que la propuesta de que sea el propio pueblo, sin gobiernos y sin privilegios el que gestione sus propios destinos es una propuesta sumamente válida, pero sobre todo basada en un hecho real y concreto: la miseria que padece el pueblo trabajador, que paga los errores y defectos de gobiernos y sistemas que nada tienen que ver con ellos.
Tenemos, pues, dos cosas bastante claras: una crítica al capitalismo, al Estado y la autoridad que no puede ser pasada por alto dados los criminales resultados de sus gestiones a nivel mundial. Una propuesta clara y directa: si el pueblo ha de avanzar o retroceder, que sea al menos por sus propios actos, y no por los errores de instituciones y gobiernos que les hacen pagar los platos rotos sin poder siquiera tener opinión sobre ello.
¡Que nos vengan ahora a decir que lo nuestro es una utopía, un sueño, y que nosotros somos pobres ilusos que no tienen los pies en el suelo!
¡Utopistas, ilusos, soñadores e idealistas los que creen que este mundo gobernado por el capitalismo y el Estado puede dar otros frutos que la miseria, la explotación y la degradación humana!
Contra esos intentos simulados para quitar valor a nuestras ideas nosotros, voluntaristas, revolucionarios, debemos alzar la voz y reivindicar para el anarquismo no solo el lugar de la práctica en la vida diaria, sino también la organización revolucionaria para acabar con quienes pretenden mantenerse inmutables en el poder, sea cual sea el nombre que adopten. Debemos alzar la voz también para decir de una vez por todas que nuestras ideas no son un sueño, ni utopías imposibles de realizar. Que bastaría con que el pueblo se decidiera para aplastar rotundamente a sus explotadores, y fundar una sociedad libre de parásitos sociales.
Que esa sociedad, si bien tendría sus propios problemas, serían mucho menos estos al no existir el sanguijuela del patrón, del cura, el policía o el gobernante. Que exigimos para el pueblo lo siguiente, real y concreto: el derecho a ser nosotros mismos los protagonistas de nuestros aciertos y nuestros errores. Que nuestra exigencia no se limitará a llevar una actitud ejemplar en la vida diaria, sino que debemos tener organizaciones, federaciones, sindicatos revolucionarios que preparen la caída de este cadáver al que llaman gobierno, para sustituirlo por una sociedad libre, de hermanos y hermanas, de hombres y mujeres libres, artífices de sus propios actos.
Por una lucha lejos de los fantasmas, las divagaciones y los romanticismos ¡Viva la anarquía!

Erick Benítez Martínez. Julio del 2014.


Notas:

1.- Ver “Ni soñadores ni utopistas ¡Anarquistas!”
2.- Véase los hechos ocurridos en el Monte Matese en 1877 donde Malatesta, Cafiero y otros anarquistas tomaron la población con las armas en la mano, declarando anulado el gobierno e instaurado el comunismo libertario.
3.- Podemos ver casos terribles como la entrevista realizada a Braulio Hornedo por el periódico “el universal” en el 2010 ¡Qué manera de reducir y cristianizar al anarquismo! ¡Por las barbas de Bakunin!
Es increíble como ese señor nos da un semblante del anarquismo no solamente cristianizado hasta la médula, sino pretendiendo que para los anarquistas lo único importante es, según palabras suyas “la libertad de pensar, la libertad de expresarnos, la libertad de actuar, la libertad de reunirnos, la libertad de publicar” ¡Cómo si esas “libertades” no fuesen otorgadas por todos los gobiernos liberales en la actualidad! Como si debiésemos, teniendo esas libertades mínimas, respetar el orden actual y renunciar a la revolución social por la que luchamos.
Es realmente increíble que se pretenda que con eso los anarquistas deben conformarse, o ser esas libertades puntos neurales para nosotros. ¡No, señor Hornedo, no y mil veces no! ¡Nosotros no somos reformistas, ni buscamos la comodidad burguesa de los gobiernos progresistas!
Más que tener esas libertades (y al hablar de libertades se advierte que es un gobierno quien las otorga) nosotros queremos la abolición de toda forma de gobierno e institución que otorgue semejantes migajas. No queremos limosnas, y por ello no buscamos esas simples libertades ¡Lo queremos todo! Por ello luchamos, más que por estas cosas importantes pero no neurales para nosotros, por la abolición del Estado y el capital, se llamen como se llamen. Y ello, por supuesto, con la revolución social que tanto pavor le causa.
4.- La única idea que no ha sido cooptada por el capitalismo, y que por lo mismo representa actualmente la única salida revolucionaria toda vez que las demás ramas del socialismo se han mostrado como unos ramajes más del capitalismo.


“El campo de batalla del anarquismo, ínterin se espera la revolución social, tendría que ser la pluma, la palabra y el ejemplo […] Revolucionarios, meditad que la hora de nuestra emancipación tanto más tardará en sonar cuanto más tiempo permanezcamos en la ignorancia. Eduquémonos, instruyámonos, que el porvenir es nuestro”

José Llunas
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