
En julio de 1914 estallaba en Europa la Primera Guerra Mundial. Era la primera guerra de carácter mundial y de una magnitud que crecía conforme pasaba el tiempo. Los ignorantes soldados de los países beligerantes iban entusiastas a los frentes de batalla, pensando en que era una aventura excitante, pero cambiaban de opinión al comenzar a ver los trozos de cuerpos humanos por todos lados.
En el movimiento anarquista, como es lógico de pensar, el rechazo hacia el conflicto bélico fue unánime al comienzo. Desde luego, quienes soportaban los crimines eran en su enorme mayoría las poblaciones y no los capitalistas y políticos que arengaban en favor de obtener más sangre. Alemania daba sus primeros pasos colonialistas atacando a los países del sur para formar un imperio alemán.
En febrero de 1916 renombrados anarquistas entre los que figuran Rudolf Rocker y Emma Goldman lanzan a la publicidad un Manifiesto, denunciando los crímenes de la guerra. Sorpresivamente al mes siguiente aparece un nuevo Manifiesto, pero esta vez firmado por Kropotkin y Jean Grave, apoyando a las Fuerzas Aliadas para derrotar a Alemania no por medio de un acuerdo pacífico, sino por medio de las armas. Está de sobra dudar de las convicciones de ambos anarquistas. Me parece que el Manifiesto fue producto del contexto en que se desarrollaban las cosas.
Una vez firmado el Manifiesto por 15 personas (se tomó equivocadamente el nombre de la ciudad donde se firmó como una persona más; pero en realidad lo firman inicialmente solo 15 personas), es respaldado al poco tiempo por casi cien anarquistas en todo el mundo. Entre los firmantes se encuentran otras personalidades del anarquismo como Ricardo Mella y su discípulo más avanzado Eleuterio Quintanilla. Para el primero de ellos la firma del Manifiesto significará presenciar una serie de ataques personales por otorgar su firma al grado de que lo alejaron poco a poco del anarquismo con el ánimo triste por ver la forma en que se le trataba. Y es que aun cuando tuvieran razón en reclamar la firma del Manifiesto, las pasiones se excitaron a un grado que no agradó para nada a Mella.
Para Kropotkin, las cosas no fueron menos graves: Mientras Rudolf Rocker le expresó su desacuerdo de manera firme pero amistosa y Malatesta trataba de hacerlo, aunque en término más duros, otros llamaron a Kropotkin traidor, aliadófilo, que había olvidado sus principios anarquistas. Lo cierto es que equivocadamente Kropotkin pensaba que quizá la derrota de Alemania por medio de las armas podría abrir la posibilidad de cambios sociales. Veía, eso sí, que Alemania representaba un grave peligro para la humanidad en sus ansias colonizadoras. ¿Qué tan equivocado estaba Kropotkin y qué tan justos fueron los reclamos que se le hicieron?
En 1918 estallaba en Alemania una revolución. Los socialistas y los comunistas fracasaron rotundamente por no saber encausar el movimiento por la vía revolucionaria y contentarse con buscar una revolución política. Otros pequeños grupos intentaron llevar la revolución hacia la vía armada y socialista revolucionaria, pero fueron derrotados rápidamente. Había, pues, una vía que podría conducir a cambios sociales, aunque es muy difícil considerar que pudieran ir hacia el anarquismo.
En marzo de 1918 los bolcheviques firman el infame Tratado de Brest-Litovsk. El pueblo ruso quería efectivamente poner fin a la participación de Rusia en la guerra, pero no a cambio de someterse como lo hicieron los bolcheviques ante los alemanes. Trotsky capituló en todo porque, dice la historia oficial del bolchevismo, el Ejército rojo no estaba listo para enfrentar a los alemanes… sí lo estaba un mes después para asesinar a 40 anarquistas en el asalto a la Casa de la Anarquía.
La salida de Rusia de la guerra dejó a Alemania con un flanco libre de presión para poder atacar a Bélgica y continuar su expansión hacia el sur. En noviembre de ese mismo 1918 los Aliados se imponen a Alemania, quien debe afrontar las consecuencias de sus acciones bélicas. El Tratado de Versalles de 1919 imponía no solamente restricciones militares y pérdida del territorio que Alemania había conquistado. Le impusieron también serias sanciones económicas que iban a llevar el hambre a Alemania en los próximos años.
Un joven militar, callado y tímido, presenció los efectos del Tratado de Versalles y guardó un serio rencor a quienes consideraba culpables del hambre por la que pasaba Alemania debido a las sanciones económicas, por más que estuviera equivocado porque las sanciones económicas eran el efecto de las aspiraciones colonialistas de Alemania en la Primera Guerra Mundial. Sea como fuere, el rencor anidó en el pensamiento de este joven militar de nombre Adolf Hitler.
Años después, será Hitler quien levantará poco a poco y por medio de una violencia inusitada contra el movimiento obrero alemán, un movimiento potente que se iba apoderando de Alemania. Hitler no olvidaría el hambre que Alemania había pasado a partir de 1919 y si bien al comienzo hizo declaraciones socialistas y anticapitalistas, pronto este discurso se olvidó cuando los capitalistas alemanes financiaron a los nazis para que continuaran socavando al movimiento obrero para borrar el peligro de una nueva revolución como la de 1918.
Asentado en el poder, Hitler se lanzaría a luchar contra las democracias podridas, sin olvidar nunca intentar vengar a Alemania de la humillación del Tratado de Versalles que le habían hecho firmar. En 1939 estalla la Segunda Guerra Mundial en gran parte debido a Hitler y, como si quisiera retomar las acciones alemanas de 1918, se lanzó a invadir países del este, sur y luego también del oeste. Los nazis firmaron con los Bolcheviques de Rusia un Tratado de no agresión por medio del cual se comprometían ambas partes a no agredirse y a repartirse Polonia, lo que hicieron ambos tomados de la mano en septiembre de 1939. Así las cosas, Stalin no consideraba real la información que le hicieron llegar cuando Hitler invadió Rusia. Habían firmado un Pacto ¿cómo iba a traicionarlo?
Nuevamente Alemania representaba un peligro para la humanidad como en tiempos de Kropotkin, y aquí cabe preguntarse ¿Qué tan equivocado estaba Kropotkin y qué tanto supo ver con 20 años de anticipación el peligro que significaban las aspiraciones colonialistas de Alemania para el mundo? Es evidente que su apuesta por un lado del conflicto (el de los Aliados) fue un error, pero ver en Alemania un peligro para la humanidad no fue ningún error a la luz de los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial. Kropotkin fue duramente criticado no solamente por los socialistas sino por los mismos anarquistas compañeros suyos.
En 1939, mientras los nazis se alistaban para la guerra, España era aplastada a sangre y fuego por el fascista Francisco Franco. Infinidad de combatientes anarquistas fueron recluidos en campos de concentración en España y quienes pudieron escapar a Francia fueron también recluidos en los campos de concentración franceses, mientras otros miles serían llevados a campos de concentración en Alemania bajo dominio nazi.
En 1945 nuevamente las Fuerzas Aliadas derrotan a Alemania con la graciosa imagen de los bolcheviques que antes habían firmado un Pacto de no agresión con los nazis, ahora como imagen del antifascismo. El desembarco de Normandía dio pie al fin de la ocupación alemana sobre Francia, donde miles y miles de anarquistas se habían alistado a las fuerzas de resistencia muchas veces coordinadas con los Aliados. El momento era de peligro supremo para la humanidad por una Alemania que intentaba nuevamente imponerse por medio del terror y la muerte.
Los anarquistas regaron generosamente su sangre para combatir a los nazis y es la Compañía La Novena, compuesta mayormente por anarquistas de la Ex Columna Durruti, la primera que entra en París para liberarle de la ocupación nazi en agosto de 1944. ¿Por qué nadie reclamó a los anarquistas luchar junto a las fuerzas Aliadas para combatir a los nazis? La respuesta es clara: en el momento en que Alemania cometía sus atrocidades el movimiento era algo lógico y nadie dijo nada, contrariamente a los ataques que recibió Kropotkin cuando firma el Manifiesto de los 16. Tanto Kropotkin como en su momento los anarquistas exiliados en Francia fueron empujados a posiciones distantes de sus ideas debido a los acontecimientos de suprema gravedad que se vivía.
El anarquismo es antimilitarista por excelencia y cuando ha sido empujado hacia la guerra ha sido advirtiendo un serio peligro para la humanidad (caso de Kropotkin) o empujado por las circunstancias del momento como los anarquistas españoles. Todas las guerras son nefastas y como anarquistas no apoyamos a ninguna parte, pero en momentos donde la sangre del pueblo trabajador era regada por las calles, Kropotkin advirtió el peligro en 1916 y en 1940 los anarquistas supieron dónde estaba su sitio correcto en la historia. Es hora de disculpar a Kropotkin por una posición que, si bien no fue la más correcta, tenía algo de visión de futuro.
Erick Benítez Martínez. Julio de 2025.