Viva México… ¡Sin gobierno! -Erick Benítez Martínez-

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Erick Benítez Martínez
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Viva México… ¡Sin gobierno! -Erick Benítez Martínez-

Mensaje: # 99Mensaje Erick Benítez Martínez »

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"Todo imbécil execrable, que no tiene en el mundo nada de que pueda enorgullecerse, se refugia en este último recurso, de vanagloriarse de la nación a que pertenece por casualidad."

Arthur Schopenhauer.
En estas fechas cuando el patrioterismo burgués hace mella en las masas; en estas fechas cuando el fanatismo absurdo hacia esa abstracción llamada “patria” se sucede en uno y otro lado, es cuando nos vemos forzados a poner los puntos sobre las íes.

¿Qué es la patria?
La patria –contestan los capitostes de la burguesía y los nacionalistas de toda línea- es el amor a la tierra, representada por una bandera que simboliza las fronteras que dividen tu tierra de la de otros Estados. Es tu gente, tu raza y tu tierra.
¿Pero de qué clase de “tierra” estamos hablando?
No existe tal “patria” para el pueblo.
El trabajador se ve despojado incluso de un mísero pedazo de tierra donde habitar o en el cual trabajar.
Aunque se les dé a estos la calidad de “propietarios” de una casa, se ven obligados a que cada determinado tiempo deban de pagar una serie de impuestos sobre esa propiedad: primero la compra de ese pedazo de tierra, lo que indica que no era propiedad suya (y por lo tanto que no hay ninguna tierra que sea “nuestra”), luego predial, y otra serie de pagos. A ello súmale que para construir en “tu propiedad” debes de pagar otros impuestos de construcción, además de tramites donde pedir permiso al Estado para dicha construcción; luego súmale que si tienes la osadía de hacer alguna construcción (ni que sea poner una maseta sobre la acera) sin pagar y sin pedir permiso te caen una serie de impuestos encima como penalización.
No hablemos siquiera de quienes no tienen una casa y deben pagar a otros buitrecillos el derecho a vivir en un pedazo de tierra. Eso ya es el colmo de la estupidez de la economía burguesa: personas que no tienen siquiera el derecho NATURAL a un lugar donde habitar, como si fuese posible vivir en las nubes o en el aire.
Hay quienes al no tener donde habitar viven en la calle y -¡Bendita sea nuestra “democracia”!- comen de los deshechos. A estos igualmente se les está penando por mendigar y vivir en las calles.
Es que el Estado, opresor eterno de las clases pobres, no permite a estas siquiera el malvivir. Robados de un derecho natural, explotados para mantener al guardián de los privilegios del capitalismo (y por lo tanto opresor de esos mismos pobres que lo mantienen), cuando llegan al extremo de vivir en la indigencia se les amedrenta igualmente. Un campo de trabajadores sumisos y callados, pero solo los suficientes para trabajar, es el sueño de todo gobierno. A los demás el exterminio silencioso en la indigencia. Tal es el trabajo de este gobierno y de todos por igual.
Porque en esta sociedad sometida al capitalismo que te dice que tienes “Patria” se te cobra incluso el derecho a pisar una tierra que es supuestamente tuya.
Cuando el campesino se ve tiranizado constantemente por terratenientes que le explotan; explotado igualmente por el distribuidor de sus productos que le paga una miseria por una mercancía que vende al doble; cuando luego de levantar abundantes cosechas se queda apenas con una miseria, no puede decirse que esa persona posea ningún tipo de tierra. Cuando sus productos terminan en la mesa de burgueses que no producen nada y lo tienen todo mientras él padece toda clase de privaciones ¿A qué patria puede decirse que pertenece?
¿De qué tierra nos hablan entonces?

¿Las fronteras?
¿Qué hace diferente al trabajador de un país al de otro, a un campesino al de otro, a un estudiante al de otro? En un país como en otro todos son sometidos por un gobierno déspota que les exprime hasta la última gota de sus esfuerzos para provecho de un puñado de burgueses.

¿La bandera?
Un trozo de tela por la cual se libran guerras y masacres en nombre de una patria inexistente, unas fronteras que dividen a la especie humana y un fanatismo absurdo.
¿Qué respeto te puede merecer un trozo de tela en nombre de la cual se han cometido los peores crímenes, en cuyas faldas se cobijan todos los militares, policías y demás sicarios? En nombre de la cual se te manda a morir por una “tierra” que nunca has poseído y que nunca vas a poseer; en nombre de la cual el gobierno arranca a los hijos de los obreros (pues los burgueses no mandan a sus hijos a la guerra) para irse a matar contra unas personas que no conocen, para defender los intereses capitalistas de una invasión o de contrabando de armas; en nombre de la cual se excusan toda clase de excesos cometidos contra las poblaciones invadidas.
Primero te quitan hasta el derecho natural a un sitio donde vivir; después te lo venden; luego te cobran cuanto pueden por poder tener un sitio para vivir. Y luego, cuando tu gobierno invada una población, o cuando el país donde vives sea invadido por otro gobierno (el cual hace lo mismo con los habitantes de su zona), tu gobierno te solicita que pelees por una tierra que nunca has tenido. Te exaltan con mensajes de amor a la tierra, cuando son ellos mismos quienes te la han robado.
Y si eres tan poco inteligente para engullir los mensajes del patrioterismo burgués, irás a matarte con otras personas que no conoces, que no han hecho sino ser igualmente engañadas por su respectivo tirano. Y ambos morirán mientras sus respectivos gobiernos contemplan tranquilos cómo sus peones luchan por sus intereses.
… pero si eres lo suficientemente inteligente para advertir que la guerra de un gobierno contra otro no es tu lucha, pronto arrojarás a un costado los símbolos con los que se te ha engañado, proclamando el internacionalismo y la lucha contra toda forma de gobierno; tanto la que soporta tu pueblo como la que soportan más allá de las fronteras que te han impuesto, pues reconocerás en el vecino no al enemigo, sino a un hermano que se encuentra en las mismas condiciones que tú.
Los símbolos del patrioterismo no son en absoluto compatibles con los intereses, aspiraciones y condiciones de vida del pueblo trabajador.
¿Ya se ha olvidado que los crímenes en Aguas Blancas, en Atenco, en Tlatelolco, en Oaxaca, en guerrero y otras poblaciones fueron perpetrados por estos mismos que enaltecen la patria, la bandera y el amor incoloro a una cultura, un pueblo y poblaciones a las que han pisoteado?
Bajo la bandera de cualquier país no pueden cobijarse sino los delincuentes, los asesinos y los ladrones de ese pueblo.
Pero hay algo que no negamos.
Existe un amor cierto por la tierra (que deberíamos definir más bien como un todo: tu gente, tu entorno, tu medio social, etc.), pero una tierra que no poseemos; existe un amor por nuestra cultura, pero una cultura que los militares someten, que los burgueses explotan y que el gobierno vende al mejor postor extranjero (no es para nadie un secreto como selvas, bosques y ríos son vendidos a las multinacionales para explotarlos o para construcciones de sucursales suyas); existe un amor a nuestra gente, pero una gente que diariamente se encorva en trabajos mal pagados para beneficio de los potentados del capitalismo, nacionales o extranjeros, da exactamente lo mismo.
Aquellos que por todos lados nos hablan de amor a la tierra, a la cultura y nuestro pueblo son los mismos que le someten, le explotan y le degradan.
Reconocemos nuestras raíces indígenas con orgullo; pero ese mismo amor por nuestra gente es el mismo que nos hace despreciar a todos aquellos que no paran de degradarlo, someterlo y pisotearlo.
Exaltar el patrioterismo en el pueblo es un arma que utilizan los privilegiados para cegar las verdaderas aspiraciones del pueblo: sacudirse de su espalda a todos los capitalistas, nacionales y extranjeros, que no paran de explotarle diariamente. Por encima de fronteras, de naciones, de banderas y de símbolos patriotas, se alzará la unión de todos los pueblos del mundo, contra todos los desvergonzados que se atreven a recomendarle el amor a una patria que no poseen los trabajadores del mundo.
Las mismas condiciones de miseria y explotación que el trabajador vive en su respectivo país, lo viven más o menos igual en los demás países.
Explotados, sometidos, enajenados, gobernados y dominados hay en todos los países.
Los detestables capitalistas, burgueses, gobernantes, policías, militares y demás opresores, hay en México como en la China.
La esclavitud es la misma, sin importar los colores de la bandera o el idioma que hable el opresor; así mismo, nuestra hermandad hacia todos los oprimidos será la misma, no importando la región donde hayan nacido, ni el idioma que hablen.
Porque si para alguien existe la patria, es decir, la posesión de la tierra, el interés en mantener a la humanidad dividida por fronteras, es al gobierno. Los pobres de todo mundo no tienen patria alguna.
Sí hay en ti un amor a este pueblo; si existe en ti el anhelo de libertad de esta cultura; si existe en ti el amor a la libertad, no has de reconocer fronteras, ni banderas ni naciones: una única especie humana, una misma lucha por la libertad.
Antes que cualquier diferencia, somos personas (aquí no se incluye al gobierno), y como tales debemos tratarnos. Hermanados siempre, pese a todos los intentos del nacionalismo por dividirnos.

Salud, Anarquía e Internacionalismo.

Erick Benítez Martínez.
Septiembre del 2012.


“El campo de batalla del anarquismo, ínterin se espera la revolución social, tendría que ser la pluma, la palabra y el ejemplo […] Revolucionarios, meditad que la hora de nuestra emancipación tanto más tardará en sonar cuanto más tiempo permanezcamos en la ignorancia. Eduquémonos, instruyámonos, que el porvenir es nuestro”

José Llunas
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