La Misantropía Es La Ideología De La Burguesía - Come pasto incendiario

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Bookchin77
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La Misantropía Es La Ideología De La Burguesía - Come pasto incendiario

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Las expresiones misantrópicas han terminado reciclando los métodos del autoritarismo más clásico. Desde hace siglos, Tomas Hobbes ha sido uno de los autores y piedra fundamental para legitimar algunas figuras de autoridad, tal como el Estado o la propia sociedad. Hobbes acuña el conocido razonamiento de que “El hombre es el lobo del hombre”, para hablar de una supuesta naturaleza humana intrínsecamente dañina y en conflicto entre todos los sujetos. Ante este escenario se haría imprescindible conformar una institución que permita arbitrar las hostilidades permanentes del ser humano y los individuos. Es así como el Estado se levanta como parte del gran contrato social.

Los discursos más conservadores y clásicos son repetidos rítmicamente por los misántropos, la “naturaleza humana” es dañina y nefasta en sí misma. Compartiendo el diagnóstico dan una vuelta en la solución, ya no es necesario un Estado para constituir la sociedad, sino que la única solución posible y deseable es la destrucción de la humanidad para acabar con “todo mal”.

Al esencializar y naturalizar conductas se busca totalizar mediante concepciones morales para legitimar cualquier posición. Esta falacia se ha usado continuamente para construir o enarbolar distintos “proyectos” de sociedad o, en este caso, de exterminio de especie. Que el ser humano sea malo o bueno, es simplemente un mito filosófico para buscar construir proyectos, estructuras o designios, transformándose en el placebo y coartada justificativa de cualquier quehacer.

Las expresiones totalizantes sobre la humanidad de lxs misántropxs se reiteran desde distintos argumentos encajando perfectamente con lo planteado por Thomas Malthus. El diagnóstico parece que vuelve a compartirse con aquellos iconos del autoritarismo. La tristemente célebre teoría malthusiana, se cimienta en una supuesta ecuación que ha calado fuertemente en el llamado “sentido común”, donde se indica que el crecimiento de la población humana solo traería un empobrecimiento de la misma, llevando a su pronta extinción en la miseria. Malthus, cual Nostradamus, llegó incluso a indicar como fecha para la extinción de la humanidad para 1880 por la devastación de los recursos.

La lógica nos puede sorprender por lo familiar que suena con las expresiones misantrópicas y afines, pero, ya en su momento, Malthus proponía evitar el fin de la humanidad combatiendo la sobrepoblación, instando a los distintos Estados a tomar medidas sobre el control de la natalidad.

El control de natalidad por parte del Estado, ha tenido sus expresiones más brutales con la esterilización forzada de mujeres en distintos momentos históricos en todo el planeta, el cruce entre patriarcado, malthusianismo y dominio parece ser perfecto. Solo por nombrar algunos periodos de aquella brutalidad podemos encontrar la campaña lanzada por Alberto Fuijimori en Perú, donde miles de mujeres indígenas fueron esterilizadas a la fuerza a finales de los 90 o en las distintas regiones de África, donde ha sido una medida recurrente cada tanto sobre las mujeres, a veces forzada y otras tanta mediantes enormes campañas mediáticas y gubernamentales. La lógica es la misma: esterilizar a los pobres para combatir la pobreza de la humanidad. Celebraran los antihumanos: menos personas, menos humanos que pueblen la tierra. Pero las premisas malthusianas obvian un hecho relevante y evidente, mejor dicho, lo naturalizan desde su propia lógica: la saturación del medio ambiente, las miserias, el saqueo y depredación de los “recursos” no se debe ni relaciona exclusivamente a la extensión de la población humana (consecuencia del avance de la civilización), sino también, y sobre todo, a su distribución 4 . Es solo así como se puede explicar la cantidad de mercancías, bienes y alimentos que son destruidos día a día, que se acumulan y botan para mantener una creciente demanda con una baja oferta, factor fundamental del mercado.

El parecido similar de la lógica argumentativa entre las posturas misantrópicas con las de Malthus nos parece evidente, aun cuando generen conclusiones dispares. Para mantener la humanidad y sus recursos es necesario disminuir y controlar a la población más pobre/ para el bienestar de la tierra es necesaria la destrucción de la humanidad, ya que ésta –por esencia-la depreda. Pareciera ser que las prácticas misántropas le hacen un flaco favor a esta forma de comprender el mundo: el problema se reduce a la cantidad de humanos. Pero no solo el control de la natalidad se puede situar como un mecanismo por parte del dominio para manejar la población humana, también las grandes guerras han sido estudiadas y comprendidas además de pugnas de intereses, territorios o dominio por parte de los Estados, también –en un segundo orden- como una forma de mantener el control de la población que, cual mercancía transable en el mercado, tiene que ser destruida tras su acumulación para volver a reactivar la economía y los procesos productivos.

Las mismas expresiones, funcionamiento y lógica la podemos encontrar en el darwinismo social o en los planes eugenésicos. La especie humana se ve desde una óptica de totalidad que tiene que ser manejada, moldeada, destruida o proyectada por parte de aquellxs que se sitúan ajenxs, por sobre ella, para definir cuál es el bien, ya no solo del individuo, su entorno, la sociedad, sino de la especie completa o el planeta.

Hasta aquí hemos podido ir viendo cómo las posturas misantrópicas se han nutrido según dos órdenes de idea. Por un lado, adjudicar a la raza humana y su “naturaleza” todos los males posibles y, por otro lado, el inherente daño que como especie trae su sola existencia en el medioambiente. Es desde ahí que se levanta un rechazo al concepto de humanidad, rechazo que generalmente es más retórico que real, pero que algunas veces tiene sus repercusiones en prácticas reales que van desde el ataque indiscriminado o el desprecio absoluto por cualquier sujeto o expresión ajena al círculo inmediato.

Rastreando los recorridos de estas posturas misantrópicas, supuestamente nuevas y extremas, nos hemos podido encontrar con bizarras agrupaciones que desde hace años vienen promulgando en su delirio los mismos lugares comunes. Es así como “la Iglesia de la Eutanasia” o el “MEHV” 5 han desarrollado innumerables campañas y “activismo” compartiendo varios planteamientos de las actuales tendencias misantrópicas. No muy distintas de la cantidad de sectas religiosas que, imbuidas por delirios mesiánicos, se sitúan como los salvadores de la tierra desatando suicidios masivos o ataques indiscriminados a “los humanos”. Estas expresiones serían solamente una anécdota si no tuvieran directa implicancia en cómo nos planteamos hoy por hoy la lucha, el combate, el enfrentamiento y, sobre todo, hacia donde apuntamos para el ataque. Las referencias antihumanas pueden dar para bastante, por no decir todo, tales como la celebración de huracanes, tempestades, tsunamis, hambrunas o tiroteos en colegios. No nos sorprendería el enaltecimiento del tristemente célebre Carl Panzram, asesino, violador y torturador en serie durante 1920 en EEUU, quien reconoció que sus decenas de víctimas fueron elegidas aleatoriamente y al azar: “sólo importaba que fueran seres humanos (….) Odio a toda la raza humana. Disfruto matando y violando gente”, diría en su autobiografía. Sin lugar a dudas, poco de revolucionario, destrucción de la autoridad o liberación nos da estas expresiones, pero bastante de misantropía y rechazo a los seres humanos.


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