La columna Durruti en Rusia -Miquel Amorós-

Historia del anarquismo en España
Erick Benítez Martínez
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La columna Durruti en Rusia -Miquel Amorós-

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LA COLUMNA DURRUTI EN RUSIA

Convencida de no obtener la menor arma para la defensa de Inglaterra y Francia, la CNT volvió la mirada a Rusia. El gobierno soviético se había adherido al Comité de No Intervención pero sus agentes consulares se encargaban de propagar la esperanza de un cambio de actitud al conocer aquél las simpatías de los españoles por el pueblo ruso. El Comité Regional --cuyo secretario Marianet estaba siendo espoleado por el cónsul Antonov Ovseenko-- quería enviar una delegación a la representación catalana que viajaba a Rusia para asistir a los fastos del aniversario de la Revolución de Octubre, visita oficial organizada por la Asociación de Amigos de la URSS. La CNT se opuso siempre a los métodos bolcheviques y condenaba la dictadura aunque fuese en nombre del proletariado, pero una mayoría de dirigentes pensaba que se vivían circunstancias especiales y que salvar la revolución española, e incluso la revolución mundial, bien valía una misa estalinista. Los motivos del viaje obedecieron pues a cálculos estratégicos, tal como diría aquél en el acto que celebró el retorno de la delegación: “la lucha que actualmente se está sosteniendo en España es el motivo por el que la CNT se ha decidido a ir a la URSS... los regímenes capitalistas están fracasados a pesar de los esfuerzos que hacen los regímenes fascistas... el triunfo del proletariado español abre ante el mundo una inmensa perspectiva para el triunfo final de la revolución universal.” En principio la Organización designó a Francisco Carreño, Marcos ¿Alcón? y Carbó para ir a Rusia, el primer acto público de política exterior del anarcosindicalismo hispano. Aparentemente Durruti no creía en la eficacia del viaje pero el Comité de Guerra, reunido en Osera, se declaró a favor y decidió que Carreño fuese en representación de la Columna. Durruti entonces –23 de octubre-- redactó un mensaje a los trabajadores rusos y se lo entregó. La carta iba dirigida exclusivamente a los obreros, ignorando a sus dirigentes, y a pesar de las precauciones diplomáticas que determinaban su contenido concluía rotundamente afirmando el ideal anarquista:
“Compañeros
Sirvan estas líneas para mandaros un fraternal saludo desde el frente de Aragón, donde miles de hermanos vuestros luchan como vosotros luchasteis hace veinte años por la emancipación de una clase ofendida y humillada durante siglos y siglos. Hace veinte años que los trabajadores rusos izaron en Oriente la bandera roja, símbolo de la fraternidad entre el proletariado internacional, en el cual depositasteis toda vuestra confianza, para que se os ayudara en la magna obra que habíais emprendido; depósito del que supimos todos los trabajadores del mundo hacernos cargo, respondiendo abnegadamente con las posibilidades que el proletariado posee.
“Hoy también es en Occidente donde renace una nueva Revolución y ondea también una bandera que representa un ideal, el cual triunfante unirá con lazos fraternales a dos pueblos que fueron escarnecidos por el zarismo a un lado y la despótica monarquía por otro. Hoy, trabajadores rusos, somos nosotros los que depositamos en vuestras manos la defensa de nuestra revolución; no confiamos en ningún político sedicente demócrata o antifascista; nosotros confiamos en nuestros hermanos de clase, en los trabajadores; ellos son los que tienen que defender la Revolución española, lo mismo que hicimos nosotros hace veinte años cuando defendimos la Revolución Rusa.
Confiad en nosotros; somos trabajadores auténticos y por nada en el mundo haremos dejación de nuestros principios y menos humillamos la herramienta símbolo de la clase trabajadora.
Un saludo de todos los trabajadores que luchan contra el fascismo con las armas en la mano en el frente de Aragón.
B. Durruti”

Acto seguido la Generalidad de Cataluña promulgó el decreto de militarización de las columnas. El Comité de Guerra se reunió de nuevo e hizo una declaración en pro de la autodisciplina y recabando “libertad de organización”:
“Los milicianos de esta Columna tienen confianza en sí mismos y en los que la dirigimos, por su expresa delegación, sin reservas. Por tanto creen, y nos identificamos con ellos, que el decreto de militarización no puede mejorar nuestras posibilidades de lucha, viniendo a crear, en cambio, suspicacias, reservas y repulsiones que ya han apuntado y concretarían un verdadero estado de desorganización.
La razón que se aduce de que el enemigo luche “aprovisionado de material en grandes proporciones” no tiene, evidentemente, solución con la militarización de las milicias.
Por todo lo expuesto, este Comité, haciéndose eco del clamor de la protesta levantado en la Columna por el Decreto referido, se ve precisado a no admitirlo.”
El documento está fechado el 1º de noviembre, en Osera y lo rubrica por el Comité de Guerra, Durruti. El discurso radiofónico de Durruti del día siguiente reproducido en la prensa confederal fue casi literalmente una lectura del documento en cuestión. Después, Durruti se iría a Madrid y Carreño a Moscú. Al final le acompañaban José Berruezo, de la junta del Sindicato Metalúrgico de Barcelona, y Martin Gudell, un lituano que trabajaba de traductor para el Comité Regional. Contrastan la colaboración y amistad sólidas entre Durruti y Carreño con la especie difamatoria fabricada por el despreciable Rüdiger para uso del Comité Nacional en sus maniobras contra “Los Amigos de Durruti”, según la cual Durruti habría enviado a Rusia a Carreño con el fin de quitárselo de encima. El ex García Oliver insinuó en sus memorias selectivas que era pro bolchevique. La prensa libertaria se hizo eco del viaje y de la carta de Durruti, “llena de emoción y sinceridad revolucionaria”.
El día 10 llegaron a Leningrado. La estación estaba abarrotada de público y al pisar suelo les ofrecieron un ramo de flores. A la salida había preparado un mitin donde hablaron representantes de varios sindicatos que les dieron aliento en la lucha entablada contra el fascismo. Contestaron por la delegación, Carreño, de la CNT y José González, de la UGT. El “Moscow Daily News”, diario en inglés editado en Moscú para la propaganda del régimen decía escuetamente: “Francisco Carreño, un luchador de la famosa Columna Durruti, maestro en Barcelona, dijo: ‘El pueblo español está preparado para cualquier sacrificio. Sabemos que la victoria sobre el enemigo costará muchas víctimas, pero a pesar de todo venceremos.’” Carreño, sin ofender a los miembros de la delegación de otras organizaciones, había subrayado varias veces en su alocución su condición de anarquista y el papel de los anarquistas en las calles de Barcelona el 19 de Julio y en el frente de Aragón. Al ser traducido su discurso, Carreño fue presentado como republicano, al igual que los obreros que dieron la batalla al fascismo. Los comunistas, que no existían, fueron descritos como principales combatientes. El público, lógicamente, aplaudió al traductor y gritó vivas a Stalin. En el hotel, Gudell, que sabía ruso, contó la impostura a Carreño, y ambos acordaron no decir nada para no estropear la misión que se les había encomendado. En Leningrado vieron las fábricas metalúrgicas, el palacio de los zares, un par de escuelas, el sindicato de artistas de cine y la cárcel-fortaleza de Pedro y Pablo, donde estuvieron presos Bakunin y Kropotkin. Unos comentarios ofensivos a su memoria motivó la primera protesta de Carreño. En la casa del Ejército Rojo conversó con algunos viejos oficiales, relatándose mutuamente episodios de lucha revolucionaria. El día 13 llegaron a Moscú y tuvieron que soportar un discurso de Kalinin, presidente de la Unión, que duró tres horas. A los cenetistas no les gustaron las afirmaciones sobre la disciplina, así que “la delegación de la CNT, considerando que no fue a Rusia a cumplimentar a las personas representativas del Estado, tuvo a bien no presentarse a Kalinin.” Los días sucesivos fueron dedicados a visitas diversas. Resultaron emotivas las preguntas de un grupo de niños rusos de la Escuela Modelo. Carreño les contó la historia del niño Pedro:
“Los padres de Pedro no querían dejar a un niño de 13 años que fuera al frente, pero Pedro tomó la bicicleta y, sin decir nada a nadie, llegó al Cuartel General de las fuerzas de Aragón.
Los delegados del Comité de Guerra --decía Carreño-- queríamos hacerle volver a su casa, pero él dijo que no quería regresar, pues sus padres no le admitirían; además, quería luchar con los fascistas. Los milicianos tomaron cariño al muchacho y dejaron que se quedara en el Cuartel General. Pedro servía de mensajero, llevaba cartas a la retaguardia, nunca le dejaron ir a las avanzadillas.
Pero un día Pedro desapareció del Cuartel General. Todo el mundo le buscaba sin poder dar con él. Pasados unos cuantos días, visité un hospital y me extrañé muchísimo al encontrar a Pedro encamado. Entonces me explicó su odisea. Un día, dando vueltas por el Cuartel General, oyó que los milicianos preparaban un ataque, y él, que tenía muchas ganas de participar en la guerra, sin decir nada a nadie, se marchó al frente, tomando parte en el ataque. Pedro, entró al pueblo junto con los demás milicianos, pero luego tuvieron que abandonarlo, huyendo le hirieron y se encontraba curándose las heridas.
Al despedirme de él, Pedro me dijo:
--Cuando me cure ya no vais a considerarme como a un niño, porque ya soy grande. He tomado parte en una batalla, estoy herido y soy miliciano de veras.”
La historia gustó a los alumnos y todavía más a la prensa soviética, que la reprodujo el día siguiente. El día 20 fueron a la Komintern, la internacional comunista. El delegado Ercoli dirigió su discurso, calculadamente crítico, a la CNT. Le contestó Carreño:
“dijo que ha venido a la URSS no como un simple visitante, sino para entablar relaciones con los Sindicatos. Dice que también ha traído un saludo al pueblo, a los trabajadores rusos, que han prestado su ayuda al pueblo español en estos momentos tan difíciles... La CNT tiene su disciplina, nunca hemos estado sin ella. Nuestra disciplina ha estado a la altura de las necesidades y de acuerdo con las mismas. En estos momentos que necesitamos disciplina de guerra nuestras columnas son las primeras que la tienen. Además el pueblo español tiene sus métodos de lucha, sabe sacrificarse y de la manera que le es propia ha sabido y podido oponerse al fascismo. Internacionalmente se conoce muy poco al pueblo español, y todavía menos a la CNT. A nosotros nos desconocen hasta en Francia. Siempre se han burlado de nuestro movimiento y ahora les sorprenden nuestros hechos revolucionarios.”
Seguidamente habló Manuilski, delegado para asuntos españoles, mostrando mayor tacto pero viniendo a decir lo mismo. Mencionó la actividad de Carreño en América. Éste le replicó:
“dijo que está bien la alianza revolucionaria, o si se quiere, el frente único, pero no se puede realizar el frente proletario supeditando una corriente a la otra. Han de ceder las dos. Tampoco se pueden dar las consignas desde arriba; es el pueblo quien las tiene que dar. El pueblo español es ya mayor de edad y nosotros, los de la CNT, somos la mayoría. Vosotros...tenéis que dejar al pueblo que decida sobre sus propios destinos, tenéis que bajar un poco y reconocer[le] el derecho a definirse.”
El 20 por la tarde llegó la noticia de la muerte de Durruti en el frente de Madrid. “Esta noticia nos quitó a todos el ánimo para seguir haciendo visitas, pues todos nosotros lo sentíamos como si hubiéramos perdido lo más valioso que teníamos en España (...) Al día siguiente toda la prensa rusa y ukraniana confirmaba la muerte de nuestro compañero y reproducía la carta que Durruti escribió para el pueblo ruso, la cual fue llevada a Moscú por el delegado de la Columna Durruti, compañero Carreño. También se reproducía una fotografía del mismo con el mono de guerrillero.” El genio de Durruti quedó plasmado en la carta, la única muestra de diplomacia revolucionaria que dio la CNT. Dicha carta omitía toda referencia a dirigentes y organizaciones y se dirigía en exclusiva a los trabajadores rusos, los “hermanos de clase”. El día 22 fueron a Kiev: “En Kiev, las autoridades civiles y militares y los representantes de las universidades y escuelas nos ofrecieron una recepción en la gran sala del mejor hotel de la ciudad. Allí estaba presente la Ucrania oficial. El jefe de la guarnición de Kiev, un viejo bolchevique, pronunció un discurso de salutación. Después de dar la bienvenida a los huéspedes, comunicó la noticia de la muerte de Durruti e invitó a los presentes a ponerse en pie y guardar un minuto de silencio en honor al gran guerrillero español.” La delegación regresó a Moscú y visitó a algunos obreros anarquistas. En una cabaña, un metalúrgico con numerosa familia les enseñó un recorte del “Pravda” con la foto de Durruti y otro recorte con la de Makhno: “Makhno era uno de los más grandes revolucionarios y ahora nos quieren hacer creer que era un bandido. Tened cuidado, que ahora que [Durruti] está muerto no profanen también su memoria.” El 27 cambiaron impresiones con el secretario de los Sindicatos soviéticos, Abolin, y le criticaron el escaso papel que tenían los sindicatos en el país, así como la inmoralidad del estajanovismo. Carreño le entregó una lista de 154 camaradas anarquistas presos en las cárceles rusas o desterrados para que interviniera cerca del Gobierno con el objeto de conseguir su libertad y un pasaje para España. El aterrado burócrata prometió tratar el asunto pero de sus trámites nada se supo. Por fin pudieron hablar con anarquistas rusos, que les contaron lo mal que vivían, sin poder desempeñar labor alguna, estando la mayoría de ellos desterrados en Siberia. El día 29 ya estaba la delegación de nuevo en Leningrado, y de nuevo el redactor de “Pravda” vino a entrevistar a Carreño. A estas alturas del viaje, Carreño ya estaba de vuelta de la diplomacia rusa y tenía una pésima impresión del régimen soviético. Irritado por las constantes tergiversaciones de sus palabras en la prensa, echó de la habitación al periodista. No en vano Martín Gudell, en una primera impresión del viaje, dijo que lo peor habían sido los intermediarios, acompañantes inseparables, los “perevochik”, palabra rusa que no significa exactamente intérprete puesto que “la misión del perevochi no es solamente interpretar, es la de interpretar a su manera.” En el Pleno Regional de Grupos de febrero el representante del grupo Los Irreductibles relacionaba el sabotaje estalinista a la revolución española con la experiencia vivida por la delegación que fue a Rusia: “Nosotros sabemos que la delegación que fue a Rusia, compuesta por el compañero Carreño y otros, manifiesta que en Rusia se invirtieron nuestros conceptos anárquicos expuestos por Carreño.” Los cenetistas no firmaron durante la visita ningún documento y rehusaron dirigirse a los hombres de Estado; sólo se dirigieron a los trabajadores. Terminaban su informe con una advertencia premonitoria: “los bolcheviques envían a España a todos los comunistas de Europa. Aquí viene gente no solamente de Francia, Inglaterra y otros países, sino también de la URSS. Hemos tenido ocasión de hablar con algunos que salieron de ésta. Todos ellos se arman en España y hay que estar alerta, no sea que estas armas se vuelvan contra nosotros.”

La CNT no sólo no dio publicidad a las críticas de la delegación, ni publicó la lista de anarquistas rusos represaliados, sino que además jugó a la diplomacia política. La delegación en pleno fue recibida con honores en el consulado ruso de Barcelona. Asistieron el presidente Companys y sus allegados; los estalinistas Comorera y Sesé, y algunos militares. El grupo de la CNT fue el más numeroso: Valerio Mas, Eroles, Aurelio Fernández, Félix Martí Ibáñez, Puig Elías, Fábregas, Toryho, Galipienzo y Muñoz. Al día siguiente tuvo lugar un mitin organizado por los Amigos de la URSS en el Gran Price de Barcelona, donde habló Carreño exponiendo los motivos del viaje. El mitin contó con la presencia del cónsul Antonov-Ovseenko “que fue muy ovacionado por la multitud.” Por entonces Rusia enviaba armas y consejeros a la República y Federica Montseny no tuvo reparos en elogiar sus libertades –“En Rusia existe ya una Constitución”--, su “federalismo”, el espíritu de sacrificio y sus logros económicos en un mitin que sentó doctrina. Para García Oliver el proletariado ruso caminaba hacia el socialismo. No obstante el informe de la delegación circuló entre los grupos de la FAI y acentuó la antipatía por el comunismo.

MIGUEL AMORÓS
(texto que forma parte de la biografía de Francisco Carreño editada por la Asociación Isaac Puente)


“El campo de batalla del anarquismo, ínterin se espera la revolución social, tendría que ser la pluma, la palabra y el ejemplo […] Revolucionarios, meditad que la hora de nuestra emancipación tanto más tardará en sonar cuanto más tiempo permanezcamos en la ignorancia. Eduquémonos, instruyámonos, que el porvenir es nuestro”

José Llunas
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